Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados por la ONU en 2015, expresan el deseo de nuestra sociedad de ser más justa y sostenible y conseguir que nuestro mundo perdure con todxs y para todxs.

Cuatro años después se revisó la marcha de estos objetivos, en la Cumbre celebrada en 2019. Y aunque se ha conseguido mucho, no lo llevamos bien, tenemos que implicarnos más si queremos conseguir la meta propuesta por eso el Secretario General de las Naciones Unidas llamó a todos los sectores de la sociedad a la acción en tres niveles:

-Mundial, Los líderes mundiales deben conseguir más recursos y soluciones inteligentes

-Local, los gobiernos deben incluir en sus políticas los cambios necesarios para abordar las transiciones oportunas

-Personal, los ciudadanos, la sociedad civil con sus organizaciones, sindicatos, empresas privadas grandes y pequeñas, los círculos académicos…       

Todos ellos deben actuar para generar un movimiento que avance imparable en esta dirección.

En sumérgete nos hemos propuesto centrarnos en el agua y los océanos, (objetivo 14)

 “Conservar y utilizar de forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible”:

No solo estamos hablando del ecosistema más grande del planeta, habitado por casi un millón de especies conocidas con todos los recursos directos e indirectos que supone a nivel científico y económico; es que la vida tal y como la conocemos depende de ellos ya que regulan el sistema climático global, sin olvidar la importancia social de mares y océanos.

Pero a pesar de su relevancia en todos estos aspectos, los hemos llevado a un nivel peligroso de degradación debido a una explotación irresponsable olvidando su fragilidad.

Se están protegiendo entornos marinos clave, se invierte en ciencias oceánicas y se protege la pesca a pequeña escala. La reducción de la actividad causada por la pandemia COVID-19 ha dado un respiro a los océanos para su recuperación, pero es evidente que seguimos necesitando medidas para cuando nos instalemos en la normalidad.

• La acidificación de los océanos

Los océanos reducen el impacto del CO2 producido por la actividad humana, ya que absorben en torno al 23% de las emisiones anuales, sin embargo, este CO2 absorbido hace el agua más acida (el pH ha bajado 26% desde la época preindustrial) y esto afecta a los arrecifes de coral y toda la cadena de consecuencias para las especies marinas además de reducir la capacidad del océano para seguir absorbiendo CO2 de la atmosfera y moderar el clima. En los últimos cinco años la variación del pH ha aumentado hasta un 10-30%, a finales de siglo el aumento será del 100%-150% y afectará a la mitad de la vida marina.

• Extender la protección de entornos marinos a áreas clave de biodiversidad

Esta protección de ecosistemas vulnerables es esencial para alcanzar un desarrollo sostenible de los océanos. Desde 2010 las áreas protegidas de las aguas bajo jurisdicción nacional han aumentado más del doble (en diciembre de 2019 más del 17 %, 24 millones de km cuadrados), pero debe aumentar más e incluir en su cobertura las áreas clave de biodiversidad (ACB). En 2019 en estas ACB se había llegado a cubrir el 46 %, porcentaje medio mundial. UN gran avance, pero son valores promedio globales, y nos encontramos con muchas ACB sin cobertura o con cobertura parcial. En países rezagados la cobertura de estas ACB puede ser solo de un 24 %.

• Reducir la pesca ilegal

La pesca ilegal no solo espolia amenazando la sostenibilidad a todos los niveles, también impide una organización eficaz de sus pesquerías. Es necesaria la acción internacional conjunta contra la pesca ilegal y está aumentando, de hecho, el primer acuerdo internacional vinculante sobre la pesca ilegal, a 14 de febrero de 2020, consiguió que las partes firmantes aumentaran de 58 a 66 en un año (incluida la Unión Europea).

Según los informes de los propios países, se está progresando a buen ritmo en la aplicación de las medidas recomendadas para combatir la pesca ilegal, no declarada o no reglamentaria.

• La pesca sostenible, medio de vida imprescindible en los países más desfavorecidos

Pescar es necesario, para comer y para crecer económicamente. La pesca sostenible contribuye en un 0,1 % anual aprox. al PIB mundial. En estas cifras la contribución de los países más desfavorecidos, donde las actividades pesqueras son vitales para las comunidades locales y los pueblos indígenas, es bastante mayor; por ejemplo en los pequeños Estados insulares en desarrollo de Oceanía la participación de la pesca sostenible en el PIB en promedio fue el 1,55 % .

• Los pescadores a pequeña escala

Son los productores de alimentos más marginados, representan más del 50 % de la pesca total en los países en desarrollo y se han visto afectados por la crisis COVID-19 que ha supuesto una menor demanda mundial. Los pescadores a pequeña escala son productores de alimento sostenibles cuya actividad debe propiciarse con las iniciativas internacionales para asegurar la pesca sostenible, que contribuye a la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza.

• Las poblaciones de peces con niveles biológicamente sostenibles

Estas poblaciones están disminuyendo, si bien el ritmo de disminución se ha conseguido ralentizar en los últimos años, y durante la pandemia más, no es suficiente para evitar el colapso a medio plazo de algunas pesquerías mundiales; es necesario adoptar medidas extra que restauren los niveles de sostenibilidad.