Las macrogranjas son naves industriales que alojan miles de cabezas de ganado, estos animales nunca salen al campo y su alimento son piensos. Este modelo recibe el nombre de “ganadería intensiva” a diferencia de la “ganadería extensiva” en que los animales se alimentan de pastos y viven en espacios abiertos.

Las macrogranjas generan una alta concentración de purines (excrementos mezclados con agua). El amoniaco de las heces y orina de los animales al filtrarse contaminan las aguas y la tierra; además es un potencial agente de efecto invernadero. Alrededor de algunas macrogranjas no se puede beber el agua del grifo por la filtración de nitratos, se producen enfermedades que pueden afectar al ser humano y a otros animales. Otras consecuencias es el sistema de producción de piensos y el transporte de los mismos desde largas distancias, todo ello con efectos nocivos para el medio ambiente.

Tampoco parece que las macrogranjas fijen población, debido a la contaminación. Las macrogranjas tienen pocos costes laborales, pero el medioamiental y sanitario es alto y lo pagamos todos. En Cataluña por ejemplo 7 de cada diez acuíferos están contaminados, según criterios europeos.

Las macrogranjas se instalan en pueblos pequeños con poca población y por tanto con una oposición fácilmente esquivable, se trata de una actividad muy extendida, Las medidas que se han venido adoptando a este respecto no van orientadas a disminuir los impactos ambientales como la contaminación del agua entre otros.

Las distintas autonomías han legislado al respecto y la ley se va cumpliendo a distinto ritmo. La Coordinadora Estatal Stop Ganadería Industrial, ha convocado esta semana de lucha que han secundado 120 municipios. La valoración que hace es muy positiva “Esto es una buena muestra del rechazo generalizado que existe hacia este modelo en todo el Estado español y estas cosas nos deberían hacer reflexionar, ya que aunque por escrito exista normativa que regula este tipo de proyectos, en la práctica no se cumple y las administraciones no vigilan que se cumpla. Y esto es lo que los vecinos y vecinas de los pueblos venimos a denunciar. Si no se puede vigilar, ¿es el momento de seguir concediendo licencias a estas explotaciones?”, apuntaba Inma Lozano, portavoz de la Coordinadora.

Esta iniciativa pretende hacer visible el problema que representa este modelo de ganadería industrial, pidiendo una moratoria que paralice las licencias a nuevas explotaciones industriales, así como la ampliación de las ya existentes, en tanto no se defina y se ejecute un Plan Estratégico de Ganadería Intensiva, pidiendo que este plan se someta a una Evaluación Ambiental que valore de forma rigurosa y detallada el impacto acumulado de la ganadería intensiva Estratégica.